"AUTORRETRATO 01"


Pastel sobre Papel
(Terrosas)



Descripción: No es un alarde de narcisismo quien se dibuja a uno mismo. Es la mejor forma que tiene el retratista novel para practicar el arte de dibujar el rostro humano, pues tanto retratista como retratado comparten el momento de desear dibujar como el de ser dibujado.

"SOLEDADES"

Soledad, ¿qué es la soledad?

Yo solamente diré que soledad no es estar solo, soledad solamente es sentirse solo.
Estar solo no tiene por qué angustiar a quién lo está, estar solo es de las mejores compañías que se puede tener, la de uno mismo. Solamente solos podemos oír hablar a nuestra conciencia, tomar cuenta de nuestra existencia, entender que ocupamos un tiempo y un espacio, reflexionar sobre lo pasado, vigente y venidero. En soledad es inevitable recrearnos y evaluarnos en un auto-examen humilde y discreto, que sólo existe en nuestra mente, y que sólo por eso, sólo puede ser disfrutado individualmente.

Solos nos damos cuenta cuán débiles o fuertes somos… sólo nosotros sobre nosotros tenemos el poder de cambiarlo todo, el poder de percibir nuestras carencias y virtudes, nuestras penas e ilusiones, nuestras vivencias e inquietudes. Todo ello estando solos, nos percatamos que en lo único que tenemos toda responsabilidad, toda posibilidad de modificar, lograr o mejorar, es nosotros mismos, y qué mejor forma para cuidarnos que atender a nuestra persona en solitario.

Y es que quién no conoce el sonido del silencio, jamás ha podido escuchar la voz de su alma…

En ocasiones no nos damos cuenta de que cuando uno se aísla, cuando uno quiere estar solo, tal vez no es que desee alejarse del resto del mundo, sino que lo que realmente quiere es acercarse, cultivar el suyo propio con su propia compañía. Cuando decidimos estar en algún momento solos es porque sólo queremos como comitiva la de nosotros... y que esto no se entienda como un desprecio a la compañía, sino como un aprecio a la propia compañía.

También cuando perseguimos nuestras ilusiones es habitual encontrarnos solos en el camino. Que no nos haga sentir desamparados, hay derroteros que nos obligan a estar solos cuando andamos hallando nuestros sueños, buscando cimas personales que sólo podemos encontrar respondiendo a preguntas que únicamente uno mismo comprende, y es cuando éstas son respondidas y en el mismo transcurso de ser respondidas cuando más se desarrolla nuestra persona...

Acaso nunca han pensado por qué el árbol que creció en el punto más elevado de la montaña es tan grande y majestuoso; tuvo toda la montaña para echar raíces y no hubo jamás copa más alta que pudiera cubrirle el Sol. Sólo así, sólo estando solo pudo crecer tanto el árbol, sin pretender desmerecer a los que están en medio del bosque…

Pero créanme cuando digo que es difícil soportarse a uno mismo… Hay a quién el estar solo le agobia, le abruma porque nunca ha estado solo, nunca han aprendido a estar solos, y eso nos confiere una gran fragilidad; pues para ellos estar solo es tener que compartir la soledad con un desconocido, no hubo tiempo entonces de conocerse mutuamente “el a mí” conmigo. Y es entonces cuando estando solos, nos sentimos solos.

No es ninguna rareza, nada extraño; ¿Quién amaría, o siendo menos viscerales, quién querría a quién no conoce?

Sobran las palabras.

Pero hablando de soledades, hablemos de la soledad sentida. Cuando el estado se convierte en sentimiento agrio.

A veces estando solos también nos sentimos solos, cuando no hay nada que contarnos, nada de lo que hablarnos, nada con qué motivarnos… estar solo es una inmensa nada que se intenta sosegar con rutina o costumbre, un autómata con un guion mecanizado que nos dicta cómo afrontar día tras día la existencia, como una especie de pequeña muerte en vida. Y es entonces cuando llega el anhelo de la compañía, a toda costa, cualquier compañía nos vale para escapar de la monotonía. La calidad, puede ser otro cantar. Cualquier cosa para no tener que rendirnos cuentas a nosotros mismos. Una juerga, una borrachera, unas risas frívolas, una conversación trivial… pero al llegar a casa otra vez nada, otra vez estando solo después de consumir ese placebo que es la barata compañía, nos damos cuenta otra vez que seguimos igual de solos…

Sentirse solo en compañía, esa es la soledad realmente desoladora.

"LOS ACCIDENTES DE LA VIDA"

Guion de Radio 03x01
(Monólogo Interior)


He descubierto en mis pocos años caminando, que la vida es un camino accidentado, por los mares, vientos y relieves que conforman usualmente las gentes que por ella nos vamos topando.

Anduve prados de lecho fértil tupidos de hierba y amapolas, en los que tocaba con mis pies desnudos aire y fronda. Praderas gozosas y alegres que vi tornarse tortuoso páramo estéril, y el mullido pasto volverse graba y rocas afiladas, que rasgaban impávidamente piel y carne cuando andaba. Tierras tiernas ahora yermas, en donde sólo crece venenosa yedra, y sus espinas, maraña urticante, obligaban al fiel caminante a calzarse.
A quien aún gateaba, empezar a andar.
Y a todos sus habitantes a errar…


Paseos en la estepa, planicies de espigas, ocres allá donde miras, y en el horizonte ninguna referencia. Endeble estrato que pareciese firme, levantaba polvareda a cada paso de botín de esparto, y removía los posos de un sueño roto que aunado con sudor se volvía barro, pero que aún así, jamás produjo desazón o arrebato.
Tierra y peregrinos castigados a la par por la indiferencia de un clima y relieve árido, que aunque hostigaba al andante con sol sofocante, era de errares rasantes. Parajes que convertían en dicha toda adversidad que allí no existía, y las calamidades de costumbre eran la fortuna de no ser peores.

Humildes llanuras que tornaronse cosa de otro tiempo, pues aprisa se alzaron en el camino soberbias montañas; vistas remotas, pintadas inalcanzables en un horizonte difuminado con cielos añiles. Mas uno empieza a subir sus vastas faldas sin darse cuenta, cuando el camino raso comienza a hacerse cuesta y más pronunciada se hace la pendiente. Exhausta la travesía a quien las atraviesa, cuando se llega a sus laderas más erguidas, únicamente para dejar de andarlas y empezar a escalarlas.
Primero piedra pulida por la persistencia del viento, que repele la mano del alpinista más experto y el paso del más seguro convierte en tropiezo. Luego revestimiento de nieve y escarcha, hace necesario cambiar alpargata por robusta bota, y sombrero de paja por pasamontañas. Y los pocos que llegan a sus cimas entre dientes fríos rechinan; no merece la pena encumbrar montaña alguna, que vano deseo es pretender tocar el cielo, que mejor es bordearlas, que quien no las encumbra no sufre su arrogancia.

Marchar por las tierras altas cuesta abajo, eludiendo cordilleras y andando sobre la tierra, hasta que ésta se termina por hallar el mar bramante, y empezar a costear su orilla. Y ves mientras las orillas, que en la vida nuestro camino es a toda costa un mar embravecido y nosotros somos las rocas en las que se rompen las olas. Y a cada golpe de ola las grietas de las rocas son más profundas y lloran mares de espuma. Pero jamás te haga ello compadecer, pues cuando las aguas se templan son sólo las rocas las que contemplan y gozan más sobre el mar el atardecer.

Mas bajo la superficie del mar,  la arena, que la corriente siempre zarandea, conforma el lecho más profundo del océano tras la resaca del verano o parte de la playa cuando lo deciden las mareas.
Arenas que también son los desiertos, que cuando sopla el viento nos ciegan y en sus sendas no hay quien no se perdiera o pensara que el futuro que aguardaba era incierto.

Esta tierra ya no ofrece nada, habrá que echarse al mar.

Zarpar en barcos construidos por los mismos que se atreven a navegar; los más previsores dotan de remos y los que confían que les lleve la suerte visten veleros. Y es fácil, y es bello, partir del puerto cuando las aguas están mansas y se ve desde el bote la tierra que vas dejando atrás. Sólo oír el agua, la brisa, y las ilusiones de adónde arribarás…

Pero los días amenos terminan por pasar, cuando llega el primero de muchos navegando en que la soledad te inunda, al divisar que a tus alrededores sólo ves el mar y en tus pensamientos retumba si hiciste bien en marchar.

Hastía soledad que en alta mar antes o después se halla con la tormenta, que abre con telones de lluvia preludio de estrepitosos rayos, acompañados por vientos silbantes y olas amenazantes. Y en la noche sufriendo la tempestad, los remos rotos por el oleaje, las velas rasgadas por los tifones y el timón ido hace mucho tiempo por la deriva, lo único que te queda es sujetarte a un mástil de un barco sin gobierno, mientras suplicas por todos los cielos que las aguas no te engullan.

Dicen que nadie llora bajo la lluvia, que el lamento de los nubarrones vuelve inapreciables las lágrimas de cualquier mujer u hombre. Pero en tu corazón sabes que estás llorando como nunca antes, y sollozas si fue una locura dejar la costa atrás y si ésta será la última de todas, mientras sigue sonando la orquesta de borrasca y centella, haciendo todavía más mísera tu existencia.

Pero incluso el más implacable de los tormentos acaba con la llegada del alba nuevo, cuando la lluvia amaina y las nubes escampan para mostrar los colores en el firmamento.

Y es entonces cuando se puede divisar la tierra a lo lejos, tierra… La ventura de tierra nueva, de tierra virgen, tierra que no ha sostenido los pasos de nadie, inimaginable para cualquiera…

Y sobre todo lleno de júbilo, porque a pesar de los percances y penalidades durante el viaje habrá lugar para seguir caminando un día más y comprender que el destierro no ha sido más que el encuentro de otra tierra. 

Tu propia tierra.

"MAL"


Pastel sobre Papel
(Terrosas)




Descripción: Mostrar la espalda es uno de los gestos más antiguos del lenguaje corporal humano para expresar rechazo a lo ajeno: lo distinto o disyuntivo al propio ser. El rechazo es una puerta abierta a la habitación claustrofóbica, sin lumbres ni ventanas, que es la ignorancia, y que engendra  en soledad y a pasos pausados el odio del individuo. Cuidad ese odio que fermenta en la oscuridad, porque un día dejará de daros la espalda, volverá la cara, y veréis espantados que ese decrépito cuerpo, lánguido y cadavérico que es la maldad, tiene en su rostro inmensos ojos y fauces macabras por envidiar a todo lo que dio la espalda y tener hambre de lo que siempre ha detestado.

02x03 "EL PERRO Y LOS LOBOS" (Historia Trascendente)


ATENCIÓN: La música y efectos sonoros son ajenos a la autoría del guion radiofónico.

Descripción: Diálogo ficticio entre un perro y los lobos sobre los hombres, después de que el primero haya sido perseguido por su rebeldía. Historia contada a modo de fábula en la que, a parte de los propios hombres, los animales simbolizan los elementos de la sociedad humana que la componen.


Con la colaboración de Carlos Hernández Lareo.

"EL PERRO Y LOS LOBOS"

Guion de Radio 02x03 - Escuchar programa aquí
(Historia Trascendente)


Un perro corre, que corre rápido; no corre tras un palo ni detrás de sus amos. Corre delante, sus amos lo persiguen; portan palos, pero no están jugando. Van tras él; quieren capturarlo, apalearlo y matarlo.
El perro, que por primera vez ha mordido la mano de un humano, ha sido juzgado inminentemente como un sicario. Por eso corre ahora el perro; corre por las calles, y por el jaleo son alertados los vecinos que sin saberlo, saben que ese perro es de mal agüero y por ello merece para todo el pueblo estar muerto.
Y cuanto más se aleja el perro del centro del pueblo, más pobladores se convierten en captores y verdugos del perro, pero más se acerca  el perro a los márgenes de la villa, la única vía para escapar y salvar su pellejo. Corre y corre el perro, hasta que por fin cruza la cerca que separa la aldea de los bosques que la rodean.
Ya está fuera el perro de los territorios del hombre, y para el hombre el perro como si ya no existiera.

***

Viendo el perro que han desistido los hostigadores en intentar atraparlo, aminora su paso, jadea a salvo… pero no del todo; está ahora fuera de los dominios del hombre, en donde el hombre siempre había hablado de lo salvaje, del desorden, de fieras y horrores, donde no hay que ir, en donde anidan los miedos nacidos de su propia inconsciencia, de la que se han engendrado leyendas y medias verdades. Por eso el pobre perro, salvado del hombre, ahora aguarda en el bosque a las quimeras que le había inculcado el mismo hombre.
Y con pesadumbre camina, viendo lentamente como le engulle el bosque, hasta que el claro de la aldea deja de verse; se aleja como la luz del final del túnel, entre árboles. Ahora el perro se tumba en el lecho; sabe que es un extraño en aquel sitio inhóspito, ni ha sido invitado ni es bienvenido para los anfitriones que aún no se dejan ver. Pero tiene que descansar y reflexionar sobre lo acontecido, mientras se lame las heridas, sabiendo que, así expuesto, es un foco de atención para todas las criaturas de aquel oscuro bosque, aunque igualmente sin pudores dejaba rodar por sus perrunos ojos lágrimas redondas de perro.

***

El can se da cuenta entonces que los pájaros cantaban, porque justo ahora han dejado de hacerlo; no se oye el viento, el aire está quieto, sólo hay silencio…
Alza la mirada y observa los alrededores inquieto pero sin miedo, que aunque los ojos vidriosos no tiene el rabo entre las piernas… No ve nada, y con el viento a favor, tampoco lo huele, pero siente la presencia de los anfitriones que se acercan, tanto que el perro se levanta para recibirles.
Y del verde oscuro de lo más profundo del bosque, surgen tres sombras grises negras con un par de luceros amarillentos cada una de ellas, que se aproximan al can con gélida indiferencia, con la sapiencia de que en su disposición está alcanzarlo… y con misma premisa rodean al can con parsimonia violenta hasta que por fin, saliendo de la maleza, descubren su identidad auténtica.
Son tres lobos.
A los lados surgen primero dos lobos; uno viejo, a la izquierda, y otro joven, a la derecha, ambos con la cabeza gacha, uno por el cansancio de haber soportado tantos años el peso de la vida y el otro por no estar aún acostumbrado a cargarla.
Y después, el tercero, en el centro, de aspecto más recio y con el rostro bien alto. Un lobo de mediana edad, sano y vigoroso, con pellejo grueso y bien espeso de pelaje entre gris y negro. Y sus ojos de amarillo cítrico de pupilas diminutas… Ojos de depredador, de asesino, ojos de carnicero que dentelleaban con la mirada, y quién los miraba, miraba en ellos a la parca.

Y a partir de aquí, la historia deja de ser contada y empieza a ser dicha por lo animales que comienzan a hablar.

LOBO VIEJO: ¿Qué hace en los dominios del lobo un perro?

LOBO JOVEN: Se arrepentirá de haber venido aquí, de eso estoy seguro…

LOBO VIEJO: Aventurándose solo en el bosque... no se había visto desde que el primer lobo se volvió perro.

LOBO JOVEN: Matémosle, nunca será uno de los nuestros.

LOBO VIEJO: Ni nunca lo ha sido.

EL LOBO: ¿Qué tiene que decir quién ha visto pasar ya sus mejores años y quien su única ventura en la vida es la muerte? o quien no sabe lo que vale la vida porque no ha vivido lo suficiente para  entender lo que supone perderla ¿acaso sois vosotros quienes debéis juzgar quién vive y quién muere?
La pregunta no es qué hace el perro aquí, sino por qué ya no está allí.
Sé que sabes que podríamos matarte aquí y ahora, pero los muertos no hablan y yo quiero oír tu testimonio… y seguro que tú quieres contarlo aún creyendo que estás entre enemigos. Dinos perro, qué te ha hecho huir de dónde vienes.

PERRO: He mordido la mano de un hombre, y por ello querían matarme.

EL LOBO: ¿Muerde el perro la mano que le da de comer?

PERRO: Y la que le golpea aún siendo fiel.

EL LOBO: Qué lástima, que a quien muerde una vez se le persiga más que a quienes mordieron siempre… que se odie más a quien fue fiel que a los que nunca lo fueron… que una única equivocación del siervo borre de la mente de su dueño todos los aciertos. ¿No crees que es cierto perro?

PERRO: Sé… que mi vida depende de que hable, y para un perro eso es igual a sincerarse, pero… aunque confundido y dolido por lo sucedido, debo reconocer que ahora mismo entre lobos me siento más seguro que junto a los hombres, a pesar de lo que he oído contar de vosotros.

EL LOBO: No temas perro, que no exijo justificación por morder al hombre; el lobo sabe del hombre igual o más que el hombre sabe del lobo, y junto al hombre el perro que siempre acompaña para nosotros no es misterio. Pero el perro… parece ser que ha descubierto que sabe tanto del hombre como del lobo… pero cuéntame perro, qué es lo que cuentan hoy en día los hombres de los lobos.

PERRO: Hablan… de animales que son todo fauces y ojos en sangre, de seres sin escrúpulos que muerden a todo lo que se mueve y matan a quien pueden… y he oído hablar de lobos como si fueran diablos, y que un hombre llame a otro “lobo” es incluso peor que llamarlo bastardo…

EL LOBO: ¿Y tú les crees?

PERRO: Ya no lo sé, esta mañana he visto en el hombre los lobos que siempre habían descrito…

EL LOBO: Te creo perro, te creo porque no nos has contado nada nuevo… pero, sobre todo, te creo porque veo en tus ojos que eres sincero… Y la confesión que voy a hacerte, aunque sea obvia, es para que tú también puedas creerme.

Somos asesinos, perro.

Cuando las ovejas nos ven venir a lo lejos suenan los cencerros porque saben que cuando nos vayamos en el rebaño habrá tres o cuatro ovejas menos. Y no nos avergüenza perro, todo el mundo sabe, porque nosotros hemos hecho saber, cuál es nuestra actuación sobre el tablero. Sabe la gallina, sabe el becerro, sabe el cerdo, sabe el caballo, sabe el asno e incluso sabe el zorro y sabe el perro que el lobo es lo que siempre ha hecho...  Somos depredadores, y nuestras presas nos temen porque nos conocen, y ese conocimiento les hace libre perro… les hace libres de salvar la vida cuando el lobo se les arrima… porque lobo no habla con cordero, sólo mata…

Pero el hombre…

El hombre que dice cuidar de sus ovejas, que ceba en los prados y resguarda de las tormentas hasta que llega el día que se le hace necesaria su beneficencia, justificada porque dice que la vida de esos corderos es de su pertenencia. Aparta del rebaño a uno solo, y mientras una mano acaricia el lomo, la otra degüella el cuello, escurriéndosele al cordero la vida a borbotones sin saber que ya la ha perdido… Así de frío, así de sibilino mata el hombre que se proclama oveja siendo, cuanto menos, lobo… ambos somos asesinos, pero no igual de mezquinos… bajo tu criterio cabe juzgar quién tiene valores más ínfimos…

PERRO: Entiendo… Entonces, ¿es justo comparar al hombre con el lobo?

EL LOBO: Es curioso perro,  compararlo puede ser acertado y equívoco a la vez, pues el hombre no es sólo lobo… a veces también es zorro, a veces burro, a veces cerdo y otras tantas cordero… y también perro… El hombre se llama a sí mismo animal cuando actúa en su forma más nociva, y se compara a los estigmas y defectos de cada uno de ellos. Así pues, el hombre, sin quererlo, es a la vez todos los animales sin serlo…
Pero, por otra parte, son los defectos inventos del hombre los que hacen que la comparación de todos los animales con él sea injusta, pues es la mentira, la codicia, la envidia, el odio, entre otras tantas, taras exclusivas del hombre, y las que carcomen sus corazones… No verás en el reino animal tales aberraciones.

Ya conoces la visión que tenemos de los hombres que hoy querían matarte, los lobos que hoy te perdonan y te dejan vivir.

Ahora perro sigue tu camino…

PERRO: No habéis hecho más que decirme todo este tiempo que soy un perro, y ya no lo soy, ya no soy siervo de los hombres que me dieron ese nombre, he dejado de ser perro…

EL LOBO: ¿Crees acaso que eres perro desde que los hombres empezaron a llamártelo? No perro, empezaste a serlo cuando comenzaste a imitar al hombre, a ladrar como ellos ladran, a creerte sus palabras; a creer que eran lo que decían ser y lo que te llamaban. Aquí, fuera del mundo de los hombres, las palabras no significan nada: son sólo alientos que se lleva el viento. Aquí, son los actos los que definen quién es quién... y aunque el hombre siga llamándote perro, eres o serás siempre lo que has hecho.
Y a los ojos de los hombres seguramente siempre serás un perro… pero que eso no te desaliente, que le has demostrado al lobo, escapando del hombre y hablando con nosotros, que hoy eres menos perro que ayer… y si mañana no vuelves junto al hombre, ya no serás nadie. Y pasado mañana, si eliges bien tu destino, tendrás una vida entera para cambiar y demostrar, a los ojos del lobo, quién eres en realidad…

Adiós perro…

"CAZANDO EN EL DESIERTO"


Pastel sobre Papel
(Terrosas)



Descripción: El cazador, nativo de páramo baldío, no conoce más que dunas; turba la vista el polvo por el viento que siempre sopla y su lanza sólo alcanza a clavarse en la arena. Desnudo, sólo, su amiga, una jabalina, y su única meta, cazar la bestia que cure su hambre y llene su barriga. Mas, en las dunas, al hambre el hombre se acostumbra llegando a creer que todos los males son su culpa y que no come por no tener valía. Pero, incluso el mejor de los cazadores se siente el peor cuando caza en el desierto.

02x02 "GALÁN DE NOCHE" (Poema)




ATENCIÓN: La música y efectos sonoros son ajenos a la autoría del guion radiofónico.

Descripción: "Este es un poema dedicado a toda la gente que, cuando lo leyó o escucho, supo que no iba dedicado a una mujer, sino a un autor..."

02x01 "SUBURBIA SENTIMENTAL" (Monólogo Interior)


ATENCIÓN: La música y efectos sonoros son ajenos a la autoría del guion radiofónico.

Descripción: Monólogo interior inspirado en las grandes ciudades, en sus habitantes y en la vida contemporánea y ajetreada del ser humano occidental; sus lujos y desasosiegos personales propios que proporciona y exige la urbe, hace plantearnos también si lo merecen tanto...

"LOS AMANTES ENMASCARADOS, (CORTEJO Y ENGAÑO)"


Pastel sobre Papel
(Terrosas)














Descripción: Las máscaras físicamente cubren nuestros rostros, pero metafóricamente solemos escondernos tras ellas con dos fines; ocultar nuestra persona, o exagerar nuestros caracteres auténticos. Para los amantes es difícil saber qué conocemos realmente de la otra persona, diferenciar qué es disfraz y qué es verdad. La existencia nos obliga a que estemos acostumbrados a vivir tras  el antifaz, pero son los que se quieren verdaderamente quienes no temen quitarse la máscara ante sus amantes. Pero tanto para hombre como mujer es dudoso si ser auténtico es valentía o temeridad, pues abruma más la más bella verdad desenmascarada que el monstruo que se oculta tras la máscara.